martes, 26 de junio de 2012

Poder y religión no son buenos amigos

Hoy pienso que lo de Egipto me da algo de miedo.

Quizás sea políticamente incorrecto, aunque también es cierto que ya mostré mi acojonamiento (palabro recién admitido por la RAE, permitidme que lo estrene) con el movimiento de la primavera árabe.

Entonces todo era entusiasmo y alegría. El movimiento que se produjo en Túnez y que rápidamente se extendió a otros países del entorno musulmán, como Egipto, Siria o Argelia suponía el triunfo de la paz y la libertad.

Es cierto que estos países eran dictaduras, gerontocracias lideradas por hombres con mucha antigüedad en el puesto, y con sistemas de sucesión casi monárquicos, donde la falta de libertad era patente y la corrupción algo tan visible como la pobreza y la desigualdad entre la población.

Este movimiento, en esencia, parecía ideal. El pueblo, sometido durante décadas, era capaz de organizarse a través de las redes sociales y forzar, a través de la simple protesta callejera, a cambiar el régimen que durante años les había llevado a la miseria.

Todos aplaudían estos movimientos, hablaban de la victoria de la democracia y de la libertad, sin embargo, en mi cabeza algo me decía que no todo era tan bonito, o que al menos, no acabaría tan bonito, y ello por dos razones:

Por un lado, es difícil que en países sin una sociedad civil fuerte lleguen a tener una democracia real, por lo que existía (y aún existe) el riesgo de que en realidad todo acabe con una mera sustitución de una élite por otra.

Y por otro, la radicalización islamista. Estos países son musulmanes, y sin embargo, los dictadores que gobernaban mantenían una buena relación con las potencias occidentales, además de mantener la religión apartada e independiente del propio régimen. A mi me escamaba que justo estos países que rompían la inercia yihaidista cada vez más radical y mantenían la amistad y la influencia de los países occidentales fuera donde justo donde estos hechos se estaban sucediendo.
Con el tiempo, de forma sucesiva, mis temores se van confirmando. Ahora es el turno de Egipto, un país que por primera vez celebraba elecciones democráticas, algo que, a todas luces, es positivo. El problema es cuando la democracia se utiliza como instrumento para derrocar los propios valores inherentes a ella. Y eso es peligroso, que se lo pregunten a la Alemania del 33 y al resto del mundo que le tocó padecerlo.

En Egipto ha habido elecciones, y las ha ganado el islamista Mursi, lo que significa que ahora también Egipto, pasa a tener un gobierno teocrático e islamista.

El hecho es que tras la romántica primavera árabe en Túnez, Marruecos, Argelia y ahora en Egipto, el Islamismo político no sólo ha florecido sino que se ha hecho con el poder y, aunque dicen ser moderados, el tiempo nos dirá si mis temores son prejuiciosos e infundados... pero es que a mi, eso de mezclar poder y religión, nunca me ha gustado... y a la historia tampoco...

lunes, 18 de junio de 2012

Antes de que cuente hasta 3!

Hoy pienso que no sé nada de economía, de hecho, como tantos otros españoles, no conocía que tenía una prima tan caprichosa hasta hace poco tiempo. Sin embargo, esto de la prima de riesgo me empieza a sonar igual que ese padre que amenaza a su hija pequeña diciéndole eso de "!ven aquí ahora mismo!", y al ver que la hija no le hace caso, opta por poner voz autoritaria y amenazar con el clásico "ven aquí antes de que cuente hasta tres". 

Seguidamente el padre comienza veloz y seguro con el "uuuuno"... 

Tras una pausa de varios segundos, entona un "dooooooooosss" algo más largo y dubitativo. Y es entonces cuando se le pasa por la cabeza la idea de que su dulce hijita de 3 años no tenga la menor intención de acudir a su llamada...

Es hora de cantar un "dos y meeeeedio" esta vez de forma dulce y desenfadada, probando así otro truco, a ver si de esta forma la pequeñaja opta por hacer algo de caso a su padre... en ese momento se acaban las ideas. El padre no sabe qué camino escoger. Por vez primera es consciente de que la niña no va a acudir.

El problema es que cuando empezó a contar no se le pasó por la cabeza esa opción, así que ahora lo único que quiere es ganar tiempo, y que la niña acabe volviendo a su lado... porque... ¿y si dice 3? Se verá forzado a acudir a ella y darle un azote en el culo, pero eso supondría reconocer su falta de autoridad, además del consabido berrinche y una mirada condescendiente de mamá, una de esas de "yo no digo nada, pero es que la tienes muy mimada..." 

Es entonces cuando el padre intenta un desesperado y retorcido "dos y treeeees cuaaaaartos"... 

Y ahí estamos nosotros ahora. La prima era peligrosa cuando rozaba los 400 puntos. Con 500 sonaba a fin del mundo, o al menos de esta nuestra España. Y hoy cerca de los 600 seguimos igual, con una semi-intervención consumada, una Grecia que nos deja tirados con nuestros argumentos de que ellos eran el problema y una Italia que tampoco se solidariza con nuestro drama...

Como dije al principio, no entiendo de economía y me queda la duda de saber si sería mejor que a Papá se le acabase la paciencia y gritase 3, y nos diese un buen par de azotes en el culo o si por el contrario tendría que desear algo más de benevolencia por su parte a ver si, con  suerte, esta hijita caprichosa de España da unos pasitos hacia él y ganamos algo de tiempo...  

Lo peor es que mientras escribo esto, mi niña se me ha escapado de mi lado y ya he soltado inconscientemente el dichoso "ven aquí antes de que cuente hasta 3!

Por favor,  que me haga caso antes de que le prima llegue a 600...


jueves, 7 de junio de 2012

Manolo, descanse en paz

"La vida me ha golpeado fuerte. Podía haberme hecho vulnerable y acabar pegándome un tiro, o podía mirar al cielo y crecer. Elegí la segunda opción"
Manolo Preciado

Hoy pienso que no se trata de hablar de fútbol, sino de un gran hombre, buena persona, trabajador y que siempre supo reponerse a las difíciles pruebas a las que le sometió la vida.

Como jugador no sobresalió, aunque llegó a jugar en primera con su Racing de Santander.

Como entrenador comenzó a nivel profesional también en el Rácing. Aquel verano de 2002 no podía comenzar mejor para él, su equipo del alma se ponía en sus manos y le daba la gran oportunidad de entrenar en primera.

Sin embargo, ese mismo verano, su mujer, Puri, el amor de su vida, moría tras varios años luchando contra un cáncer de piel. Manolo se quedaba viudo con dos hijos adolescentes a los que cuidar, una responsabilidad mucho mayor que entrenar a cualquier equipo del mundo.

Meses más tarde,esa misma temporada, de nuevo la mala fortuna le mira de cara, y un estrafalario y egocéntrico empresario ucraniano compra el Racing. A los pocos días, Manolo se ve forzado a dimitir cuando el nuevo Presidente le comunica que no sólo quiere dirigir el club desde el despacho, sino también desde el campo. Manolo no pasó por el aro, y aunque era una gran oportunidad de abrirse camino, nada menos que en primera división, prefirió apartarse y seguir luchando, aunque siendo fiel a sí mismo, demostrando así su honestidad y su forma de entender la vida. Con una de esas frases tan características suyas, resumió la situación: "He tenido la fortuna de entrenar al equipo de mi vida, el Racing. Pero tuve la mala suerte de que pasó una paloma y se cagó precisamente en mi tejado".

Será el Levante quien al año siguiente le de la oportunidad de sentarse en el banquillo, y Manolo no defrauda, consiguiendo el ascenso con el equipo granota a Primera división. Sin embargo, de nuevo, la alegría lo traicionaría cruelmente y ese verano del 2004, todavía empapado por el champán descorchado en la celebración del ascenso, su hijo Raúl, de tan sólo 15 años, moría en un trágico accidente de moto.

Trató de sobreponerse, hizo las maletas y se fue a Murcia, tratando de cambiar de aires, pero esta vez las cosas no le fueron bien y no terminó la temporada allí, igual que al año siguiente, donde de nuevo en su Racing, dimitía a falta de 4 jornadas, sintiéndose incapaz de salvar al equipo.

Es entonces cuando firma por el Sporting, y comienza un idilio que duró cerca de 6 años. Con este equipo vuelve a conocer las alegrías del fútbol y de la vida. No sólo consiguió el ascenso a primera, sino que más allá de resultados, el equipo y la afición consiguió disfrutar durante esos años gracias a la labor de Manolo, un trabajo bien hecho, con honradez y esfuerzo, que la gente supo ver y agradecer, hasta el punto de que el dia que se fue, la afición lo despidió como un  héroe y hasta al Presidente, que acababa de despedirlo, se le escapó alguna lagrimita. Él no se quedó atrás, y una vez más dejó entrever su caballerosidad despidiéndose con estas palabras: "Lamento si hice algo mal, seré de este equipo toda mi vida. Seré socio del Sporting hasta que me muera"

Sin embargo, el año pasado, otra vez la vida quiso probar su carácter de luchador nato, y era ahora su padre el que moría cuando ayudaba a su hijo (hermano del entrenador) a empujar un coche en una rampa y era arrollado por éste.

Otra vez Manolo tenía que sobreponerse, otra vez la tragedia se cebaba con él. Y él, erre que erre, tampoco se dio por vencido. Ayer mismo hacía público su fichaje por el Villarreal, un equipo recién descendido, pero con potencial y con un proyecto serio, todo, parecía, empezaba por fin a salir bien.

Sin embargo esta madrugada fallecía por un infarto de miocardio.

Manolo era un tipo honesto, carismático y humilde. Supo siempre dar la cara, gritando y criticando cuando lo creía justo, como cuando dijo tras una declaraciones polémicas de Mourinho que "Si dijo lo que dijo en serio, Mou es un canalla y un mal compañero" y pidiendo disculpas cuando veía que estaba equivocado, perdonando u olvidando (La gente no te engaña cuando la miras a los ojos o te da un abrazo llorando. Hay sentimientos que no se pueden fingir), o ensalzando a un jugador contrario, aunque fuese con su propio estilo como cuando dijo de Kameni "estamos ante un portero que sólo verle los brazos yo me acojono".

Un profesional como pocos, hasta el punto de dimitir varias veces, cosa extraña en un país y un deporte donde casi hay que llamar a la grua para mover a alguien de un sillón. Un señor que afirmaba que "No hay mejor manera de respetar al rival que meterle el máximo número de goles que puedas" y un hombre de la calle que afirmaba sin sonrojarse que "llevo tanto tiempo en el fútbol que me han salido pelos en los huevos".


El caso es que a lo largo de su vida demostró que las caídas son sólo caídas, y que ante la adversidad, uno siempre puede levantarse. Él lo hizo varias veces y hoy, sólo puedo desear que su recuerdo, su forma de ser y de entender esta vida sirvan a su hijo para seguir adelante, porque su padre, como él mismo decía de su Sporting: "tenia unos huevos como el caballo de Espartero".

Descanse en paz


martes, 5 de junio de 2012

No es el destino, sino el viaje...

Hoy pienso que ya me he levantado. Quizás nunca caí, puede que sea más justo decir que tan sólo tropecé y que he podido recuperar el paso.

Sé que algunos me dicen que lo tengo todo, que es sólo mi dichosa manía de querer complicarme la vida más de la cuenta. Soy consciente y antes pensaba que se debía a mi impetuosa juventud…pero ahora que ya me llaman de Usted por la calle y dos canas asoman por mi cabeza, debe tratarse más bien de una locura innata, congénita, de esas con las que se nace y de la que no te puedes desprender ni siquiera cuando la juventud se aleja de tu lado.

Y es por culpa de esa locura que siempre trato de buscar nuevos retos, nuevas experiencias que me enriquezcan… y desde hace unos pocos años, no sólo a mi, sino también a mis vastaguitos.

El problema es que este tipo de actitud a veces (más de las que uno quisiera) trae consigo decepciones.

Y ayer tocaba decepción. Por suerte nada irreparable desde el punto de vista material, sólo un tren perdido y un nuevo chasco por el funcionamiento de las cosas y la futilidad de la palabra dada.

Pero como dijo Confucio, “nuestra gloria más grande no consiste en no haberse caído nunca, sino en haberse levantado después de cada caída”.

Como decía antes, quizás ni llegué a caerme, y si es así, siento quejarme, ya que hablar de caídas, con la que está cayendo, puede sonar algo frívolo para algunos,  pues como cantaban Cristina y los Stop, tengo "las tres cosas que hay en la vida". Pero nací con este inconformismo y este afán de superación, qué le vamos a hacer, y a mi, eso de quedarme sentado con media sonrisa, viendo la vida pasar, pues no termina de llenarme, qué le vamos a hacer, tonto que es uno, oiga.

Aún así, seguiremos adelante, trabajando y disfrutando de la vida (complicándomela, dirían algunos), porque lo importante no es el destino, sino el viaje, y encima a mí, me acompañan unos viajeros maravillosos...